Gracias a las obras de VIrgilio de Ovidio, sabemos que Orfeo era hijo de Eagro y de la Musa Calíope. La tradición lo presenta dotado del don de la música hasta el punto que muchos le consideraban el inventar de la cítara. Acompañaba la música con el canto, y la combinación de ambas cosas provocaba el amansamiento de las fieras del bosque.
No obstante, se hizo célebre al descender a los infiernos en busca de Eurídice, la ninfa mierta por una mordedura de serpiente.
Cuenta la leyenda que para devolver a su amada al mundo de los vivos conmovió con su canto al propio Hades y a su esposa Perséfone. Estos permitieron que la joven reintegrara a la superficie, con la condición de que en el viaje de regreso, Orfeo no mirara hacia atrás. Desgraciadamente, cuando ya estaban apunto de alcanzar la salvación, al joven esposo le asaltó la duda de que todo no fuera más que un engaño, e imprudentemente, giró su cabeza, solo para ver como Eurídice era arrastrada de nuevo por Hades en una segunda y definitiva muerte.
Orfeo se mantuvo fiel a Eurídice de por vida. Segun el mito, fue muerto por un gurpo de mujeres tracias que habrían despedazado su cuerpo, dejando una parte en Lesbos, considerada la isla de la poesía. Aunque otras versiones apuntan a Zeus como autor del rayo que acabó con la vida del joven enamorada, por haber revelado secretos del más allá.
Mitología
Este blog ha sido creado para hacer un trabajo de informática, y hemos elegido este tema porque tenemos información de libros de texto
lunes, 4 de abril de 2011
jueves, 31 de marzo de 2011
La imprudencia de Helios y Faetón
Faetón, uno de los hijos de Helios, había llegado a la adolescencia sin que se le hubiera revelado la identidad de su padre. Cuando, finalmente lo descubrio, el dios, sintiendose culpable por haberlo tenido apartado de él tanto tiempo, le prometió imprudentemente que le concedería lo que le pidiera. Inesperadamente, Faetón le pidió que le dejara conducir el carro que llevaba la luz solar cada día sobre la tierra.
Los intentos de Helios para que su hijo renunciara a su petición fueron inútiles y, al final, tuvo que cumplir su palabra. Al principio todo parecía ir bien, pero los caballos, al darse cuenta del cambio, se desbocaron y abandonaron la ruta que recorrían desde tiempos inmemorables. Tan pronto ascendían a enormes alturas como se acercaban peligrosamente a la superficie de la tierra, mientras el aterrorizado Faetón asistía, impotente, a esa terrible carrera. Según la leyenda, grandes áreas fueron arrasadas por esa catástrofe de fuego y destrucción. Así explicaban los antiguos la formación del gran desierto del norte de África.
Pero antes de que toda la vida sobre la tierra fuera destruida, Zeus, con su rayo derribó el carro y el tripulante, apartando los alados caballos y la esfera de fuego de la superficie terrestre. De acuerdo con la leyenda, hubo un día sin sol hasta que la situación se normalizó, mientras Faetón fulminado por el rayo de Zeus, recibió honras fúnebres por parte de las ninfas del rio Eridano y por parte de sus hermanas, las Helíades.
Los intentos de Helios para que su hijo renunciara a su petición fueron inútiles y, al final, tuvo que cumplir su palabra. Al principio todo parecía ir bien, pero los caballos, al darse cuenta del cambio, se desbocaron y abandonaron la ruta que recorrían desde tiempos inmemorables. Tan pronto ascendían a enormes alturas como se acercaban peligrosamente a la superficie de la tierra, mientras el aterrorizado Faetón asistía, impotente, a esa terrible carrera. Según la leyenda, grandes áreas fueron arrasadas por esa catástrofe de fuego y destrucción. Así explicaban los antiguos la formación del gran desierto del norte de África.
Pero antes de que toda la vida sobre la tierra fuera destruida, Zeus, con su rayo derribó el carro y el tripulante, apartando los alados caballos y la esfera de fuego de la superficie terrestre. De acuerdo con la leyenda, hubo un día sin sol hasta que la situación se normalizó, mientras Faetón fulminado por el rayo de Zeus, recibió honras fúnebres por parte de las ninfas del rio Eridano y por parte de sus hermanas, las Helíades.
miércoles, 30 de marzo de 2011
Gorgona Medusa
Medusa era la única mortal de las tres Gorgonas, hijas de divinidades marinas con manos de bronce, alas de oro y serpientes en lugar de cabellos. Era un ser terrorífico que petrificaba con sus ojos a todo aquel que se atreviera a mirarla.
Otras tradiciones nos cuentan que Medusa era una joven de cabellera bellísima, que acabó con tan terrible aspecto por compararse con la diosa Atenea, o por haber sido seducida por Poseidón en el templo de esta diosa.
Las imágenes que podemos observar de Medusa atienden a estas dos versiones; aunque en la mayoría de los casos aparece la cabeza ya separada del cuerpo, hazaña del héroe Perseo.
Perseo consiguió vencer a Medusa ayudado por los dioses Atenea y Hermes, que le proporcionaron unas sandalias aladas, un casco ( que volvía imvisible al que lo llevara), una espada, un escudo brillante como un espejo y una especie de zurrón, donde guardar la cabeza cercenada para evitar su mirada, capaz de petrificar con sus ojos incluso después de muerta. De la unión con Poseidón había nacido Equidna, otro ser monstruoso, y, en el momento de ser decapitada, nacieron Pegaso, el caballo alado, y Crisaor.
La imagen de Medusa se utilizó durante mucho tiempo como amuleto contra el mal de ojo y en arquitectura sirvió como elemento decorativo o incluso como protección contra el mal. Pintores como Leonardo da Vinci o Caravaggio han retratado a Medusa como una mujer bella y terrible a la vez, la imagen del horror y del sufrimiento. Desde autores latinos, como Ovidio, hasta Dante o Goethe han tratado el tema de la Gorgona casi siempre como figura del mundo de los infiernos; ya en pleno siglo XX, el poeta Pieter van Eyck presentó a Medusa como la víctima de una diosa enfurecida injustamente.
Otras tradiciones nos cuentan que Medusa era una joven de cabellera bellísima, que acabó con tan terrible aspecto por compararse con la diosa Atenea, o por haber sido seducida por Poseidón en el templo de esta diosa.
Las imágenes que podemos observar de Medusa atienden a estas dos versiones; aunque en la mayoría de los casos aparece la cabeza ya separada del cuerpo, hazaña del héroe Perseo.
Perseo consiguió vencer a Medusa ayudado por los dioses Atenea y Hermes, que le proporcionaron unas sandalias aladas, un casco ( que volvía imvisible al que lo llevara), una espada, un escudo brillante como un espejo y una especie de zurrón, donde guardar la cabeza cercenada para evitar su mirada, capaz de petrificar con sus ojos incluso después de muerta. De la unión con Poseidón había nacido Equidna, otro ser monstruoso, y, en el momento de ser decapitada, nacieron Pegaso, el caballo alado, y Crisaor.
La imagen de Medusa se utilizó durante mucho tiempo como amuleto contra el mal de ojo y en arquitectura sirvió como elemento decorativo o incluso como protección contra el mal. Pintores como Leonardo da Vinci o Caravaggio han retratado a Medusa como una mujer bella y terrible a la vez, la imagen del horror y del sufrimiento. Desde autores latinos, como Ovidio, hasta Dante o Goethe han tratado el tema de la Gorgona casi siempre como figura del mundo de los infiernos; ya en pleno siglo XX, el poeta Pieter van Eyck presentó a Medusa como la víctima de una diosa enfurecida injustamente.
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